
San Martín de Porres: El santo afrodescendiente y su legado en el arte y la Justicia Social

‘Fray Escoba’, ‘Patrono de la Justicia Social’ y ‘El Santo de la Humildad’ son solo algunas de las denominaciones con las que se reconoce a San Martín de Porres, el primer santo afrodescendiente de América. Nacido en Lima, este destacado religioso enfrentó las dificultades de ser pobre, mulato y bastardo; calificativos propios de la época en la que vivió y que contrastaban con la piedad y la presencia de santos en los altares. Fue hijo del español Juan de Porres y la afropanameña Ana Velásquez. Ingresó a la Orden de los Dominicos con la tarea de mantener limpio el convento, pero su legado trasciende, convirtiéndose en un símbolo de humildad y fe.
La popularidad de San Martín de Porres se extendió por toda Latinoamérica, especialmente en Lima, su ciudad natal, donde muchos lo veneraban como el ‘santo negro’. Aunque fue canonizado en el siglo XVIII, ya existían representaciones artísticas de San Martín desde el siglo XVII.
En el museo del Centro Cultural Metropolitano se exhibe una escultura en madera del siglo XVIII, con varias técnicas de policromía, como el estofado, esgrafiado, encarne brillante y punta de pincel. Esta figura muestra a San Martín con características que evidencian sus orígenes afrodescendientes: ojos cafés, cabello corto y ensortijado, rostro y manos de tono marrón. Además, los detalles dorados en su sotana reflejan el arte barroco de la escuela quiteña. “Esta obra se conserva técnicamente con procesos y parámetros establecidos para su salvaguarda, gracias a la labor de los profesionales en restauración de la Reserva Alberto Mena Caamaño”, según explica Francisco Hidalgo, su coordinador.
Pero, ¿qué hace a esta escultura tan relevante? La historia detrás de esta figura es clave. San Martín murió en 1639, fue beatificado en 1837, pero la bula papal del siglo XVIII prohibía la veneración de santos negros. No fue sino hasta el año 1962, tras un largo proceso de lucha de reinvindicaciones antiracistas, que finalmente se logró su canonización. Este proceso tomó ¡Trescientos años! Como afirma Débora Mera, investigadora del Centro Cultural Metropolitano, La escultura no solo tiene un valor artístico por ser parte de la escuela quiteña, sino que también invita a reflexionar sobre temas importantes: como la discriminación y la memoria histórica. “Es una oportunidad para hacer un análisis crítico y responsable de las obras y las ausencias y los vacíos dentro de nuestra memoria artística municipal“, señala Mera.
En la Reserva también se pueden apreciar otras dos obras que formaban parte de pesebres navideños: un danzante y un arador. Para conocer estas piezas, reserva tu visita escribiendo a reservatuvisitaccm@gmail.com. La entrada es libre, y el museo Alberto Mena Caamaño está abierto de martes a domingo, de 09:00 a 16:00 horas. El costo de ingreso es de $1.50 para adultos y de $0.50 para niños, niñas, personas con discapacidad y adultos mayores. El museo se encuentra en el Centro Cultural Metropolitano (García Moreno N3-151 y Espejo).
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